Un gobierno diferente

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La Comuna

José Ángel Solorio Martínez*

Recomponer el dañado sistema político-administrativo de Tamaulipas, será de largo aliento. La degradación de Congreso local a una institución aviesa y paralizada –votaron en contra del fondo de Capitalidad de ciudad Victoria; entregaron al Ejecutivo el manejo de los ingresos del predial, y demás sinsentidos–; el abaratamiento del Poder judicial, que ha sido conformado por Magistrados con perfiles legalmente indebidos –algunos fueron electos, sin cumplir con las exigencias mínimas de la ley para ganar el asiento en donde están–; y la frivolización y la descomposición ética y moral del Ejecutivo, son tareas que requieren una mano firme y de mucha templanza.

En esa tarea, mucho tendrá que ver – y será la base de una administración exitosa, eficaz y eficiente–, los hombres y mujeres que llegarán al gabinete del gobernador, Américo Villarreal Anaya.

¿Cómo se diferenciaría el gobierno de Villarreal Anaya de los que le antecedieron?

 1.- Buscar el crecimiento y el desarrollo económico y social, sin endeudar al estado. El recurso fácil, –neoliberal–  para impulsar la planta productiva y generar bienestar, ha sido el crédito. Esta administración, salió más neoliberal que los neoliberales: casi triplicó la deuda pública sin que se note en dónde y para qué se invirtieron esas monstruosas cifras que se augura, podrán ser pagadas hasta el 2034.

 2.- Instrumentar una política de austeridad –obvio: comenzando con todo el entramado del Poder ejecutivo–. Ya fue suficiente, de prerrogativas monumentales para los Secretarios: vehículos de lujo, gasolina hasta para llevar a los niños a la escuela, escoltas para ellos y sus familias y celulares de tecnología avanzada.

Es conocido, las fabulosas becas para los hijos de la burocracia de élite, para estudiar en México y en el extranjero. Millones se escurren, en esas inversiones clasistas y discriminatorias.

Es evidente –si tomamos el ejemplo de AMLO–: el primero en poner el ejemplo debe ser el gobernador.

 Y eso, implica: desmantelar la casa de gobierno como tal.

¿Cuántos millones de pesos, se gastan para mantener una palaciega construcción sólo para albergar a una familia que da la imagen de actuar como sólo la realeza europea lo puede hacer?

El gobernador, es oriundo de ciudad Victoria; se infiere: posee vivienda en la capital.

El destino de esa fastuosa propiedad, bien podría albergar uno de los museos más potentes de toda la entidad; o ser ocupada por la Casa del Arte o instituciones de fines similares.

Ya encarrerado el ratón:

 ¿Qué hacer con el DIF?

 Un dato: esa dependencia, verdadera vitrina de las vanidades, tiene más presupuesto que el Poder Legislativo.

 (Por más de medio siglo, ha sido espacio de recreación de las esposas, hijas y amigas de la alta burocracia estatal Con una variante –en estos tiempos inaceptable–: ganando más, que muchos de los trabajadores al servicio de la administración estatal).

Es una paradoja: esa institución, creada para dar soporte a las familias tamaulipecas más vulnerables, es hoy un instrumento de enriquecimiento y de lucro de los familiares de quienes forman parte de la administración estatal

Será una decisión personal, la desaparición de la figura de Primera dama; pero de concretarse, ahorraría bastantes millones al erario.

Esas medidas, serían mucho más que un ajuste de pesos y centavos al presupuesto.

Serían, sin duda, el inicio de un gobierno estatal diferente, a todas las lacras que han operado por décadas desde los Poderes del estado, como empresarios y no como servidores públicos.

*José Ángel Solorio Martínez es periodista, Doctor en Historia, escritor y analista político.

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Oso negro americano, avistado en las cascadas de Boca de Juan Capitán, en resguardo por el Zoo de Tamatán.