Una imagen habla más que mil palabras.

Facebook
Twitter
WhatsApp
LinkedIn

Por María Jaramillo Alanís

Está tarde circula una foto publicada por el presidente Andrés Manuel López Obrador junto a él el gobernador tamaulipeco Américo Villarreal Anaya, en Palacio Nacional. La foto da muchos mensajes, de entrada, evidentemente, habla de una gran relación entre el presidente y el gobernador de Tamaulipas.

Pero da para mucho más. La gráfica está tomada en la oficina presidencial junto a la silla de la que Emiliano Zapata, dicen que dijo; “El que se sienta en esa silla se vuelve loco”, el centauro del Norte no hizo caso y se sentó.

¿Sería que el presidente López Obrador quiso compartir con Américo un poco de poder que emana de la silla, que ciertamente, ha vuelto locos a muchos?

El escenario es fantástico. Es el despacho presidencial y la silla del mandatario a su izquierda, que la imaginación no tiene límites para interpretar lo que nos quiso decir AMLO al pararse al lado del sillón más importante de palacio, con Américo a su lado.

Al asir con la mano derecha el respaldo del sillón y con la izquierda abrazar a AVA, pareciera que quiere transmitir a su visitante  y a los conciudadanos un mensaje de poder, de fuerza y respeto.

No solo es eso. Ambos esbozan una ligera sonrisa, mientras el titular del poder ejecutivo federal apoya su mano sobre el hombro del mandatario tamaulipeco. 

Toca la coincidencia que el presidente hizo publicar en sus redes sociales esa fotografía junto al lado de otra que se tomó con el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, también en la sede del poder, mas no en el sitio principal de su oficina. También con sonrisa, respeto y cordialidad, pero un saludo.

La diferencia se nota. El trato hacia el tamaulipeco es de respeto, cordialidad, afecto y confianza. Solo se abraza a una persona cuando hay confianza y el abrazo es una muestra de cariño.

Desde la relación amistosa que existió entre Luis Echeverría y Enrique Cárdenas González, no se había visto algo parecido en la relación presidencial con algún exgobernador tamaulipeco.

Tal vez esa sea la explicación del porqué tantos proyectos prioritarios han sido aprobados por la Federación para realizarse en Tamaulipas.

Algo que es perfectamente cierto y se ha visto en los hechos es que el presidente visita con más frecuencia tierras tamaulipecas, como no lo hizo mandatario alguno en muchos años. Y luego de cada visita hay más beneficios para los tamaulipecos.

Lo mismo Américo, tiene acuerdos en Palacio Nacional con más frecuencia y su cercanía es evidente porque al salir de ahí saca más y más obras e inversiones para la entidad.

Antes, los gobernadores fueron domesticados a fuerza de ser sinceros, hoy la imagen nos habla de una relación presidente-gobernador, afectuosa, llena de  respeto y cargada de mensajes a tirios y troyanos.

A Tamaulipas  ya le hacía falta al  algo así, porque al menos durante los cuatro más recientes sexenios federales, los resultados no eran los deseados por los tamaulipecos.

Y las dañinas consecuencias aún no se han terminado de superar.

Por décadas Tamaulipas fue el patito feo para los presidentes, hoy Andrés Manuel y Américo nos muestran cuánto y cómo importa nuestra tierra en el escenario nacional. ¡Ya era hora!

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

Facebook
Twitter
WhatsApp
LinkedIn

Foto del día

LA EDUCACIÓN ESTATAL EN MULETAS Y EL BIENESTAR ¿TESTIGO DE JEHOVÁ?