Claudia Sheinbaum y el reto de ser la primera presidenta de México

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Por María Jaramillo Alanís

En un momento crucial para la historia de México, Claudia Sheinbaum se prepara para asumir el cargo como la primera presidenta del país, portando consigo no solo el legado de la Cuarta Transformación, sino también la responsabilidad de demostrar que es una líder con una visión clara de Estado. El discurso dado a las fuerzas armadas en el Heroico Colegio Militar, no deja lugar a dudas; es una estadista con altura de miras, que no pierde pisada y que demuestra a tirios y troyanos que en México se acabó el mito de que las mujeres son más hormonas que inteligencia.

 Y, mientras muchos actores políticos en el escenario nacional están inmersos en luchas internas y agendas particulares, Sheinbaum está enfocada en una misión más trascendental: construir un México más justo, equitativo y próspero.

Desde el momento en que fue designada presidenta electa, ha dado muestras de una capacidad de liderazgo que va más allá de los simples compromisos de campaña.

En el mensaje dado a las Fuerzas Armadas, Sheinbaum dejó claro su entendimiento profundo de la historia de México y de la importancia de fortalecer las instituciones que garantizan la paz y el orden en el país. No se trata solo de promesas, sino de una firme intención de mantener y mejorar los avances alcanzados en los últimos años.

En este sentido, la decisión de continuar con la consolidación de la Guardia Nacional como parte de la Secretaría de la Defensa Nacional es un claro indicativo de su estrategia para garantizar la seguridad interna, sin perder de vista el respeto por los derechos humanos y el orden constitucional.

Al hacerlo, Sheinbaum está enviando un mensaje: las fuerzas armadas seguirán siendo un pilar en la construcción de un México en paz, pero siempre bajo el mando civil, con una visión humanista y enfocada en el servicio al pueblo.

Asimismo, es relevante el papel que jugarán las mujeres en su gobierno, no solo porque ella es la primera mujer en ocupar la presidencia, sino porque ha mostrado un compromiso claro con la igualdad de género. En su discurso, Sheinbaum destacó la creciente presencia de mujeres en las fuerzas armadas y en todos los ámbitos de la vida pública, señalando que este es un reflejo de la transformación que vive México.

Sheinbaum no solo busca dar continuidad a los programas sociales y los grandes proyectos de infraestructura que inició el actual gobierno, sino que pretende llevarlos un paso más allá. El compromiso con la educación, la salud pública, las pensiones y los salarios dignos seguirá siendo central en su agenda. Esto es especialmente significativo para los sectores más vulnerables, como las mujeres mayores, los niños y los jóvenes, quienes serán los mayores beneficiarios de las políticas sociales.

El reto que enfrenta Sheinbaum es inmenso. Las expectativas son altas y la presión por entregar resultados tangibles en poco tiempo será un desafío constante. A pesar de esto, la presidenta electa ha mostrado ser una mujer de convicciones firmes y de acciones decididas, lo que la perfila como una líder que no se limitará a cumplir con lo establecido, sino que buscará innovar y responder a las necesidades de un México en plena transformación.

En un país históricamente marcado por desigualdades y divisiones, Claudia Sheinbaum tiene ante sí la oportunidad de demostrar que el liderazgo femenino debe  ser la clave para un futuro más inclusivo y equitativo. México espera de ella no solo una gestión eficiente, sino también un ejemplo de integridad y compromiso con el bienestar colectivo.

Ojalá que en los estados que conforman la República, se repliquen más Claudias, más liderazgos de mujeres claras de pensamiento y de corazón dulce para gobernar y ver por los que nada tienen.

El  abismo entre ricos y pobres sigue siendo profundo, y eso debe calar hondo en Claudia que viene de aquella izquierda profunda que se decidió por la vía electoral y democrática.

En resumen, Claudia Sheinbaum enfrenta al reto de ser la primera mujer en la presidencia de México, pero además, tiene frente sí,  el desafío de consolidarse como una estadista, una líder que haga realidad las esperanzas de millones de mexicanos que sueñan con un país mejor. Y si algo ha dejado claro hasta ahora, es que está decidida a cumplir con esas expectativas.

Lo veremos y lo contaremos.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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