Un Grito de Independencia entre la basura y la eficiencia

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Por María Jaramillo Alanís

Las fiestas patrias en Ciudad Victoria reunieron nuevamente a miles de ciudadanos en la emblemática Plaza del 15, donde el gobernador Américo Villarreal Anaya, con gran fervor, arengó a los tamaulipecos a construir un espacio donde todos tengamos lugar, donde la transformación llegue a cara rincón del terruño.

Sin embargo, detrás de esta noche de celebración nacional, quedó expuesta una problemática que suele pasar desapercibida en medio del júbilo: la enorme cantidad de basura que genera cada persona y que queda dispersa por las calles y arroyos.

En una ciudad como Victoria, con un poco más de 350 mil habitantes, cada semana se  desechan alrededor de 2,665 toneladas de residuos. Esa realidad se intensificó durante las celebraciones del 15 de septiembre, cuando la acumulación de desechos sólidos fue exponencial.

Tras la celebración, miles de kilos de basura cubrieron la Plaza del 15, y las calles aledañas, ensuciando rápidamente uno de los puntos más emblemáticos de la capital.

Sin embargo, lo que llama la atención no es solo la magnitud de los desechos, sino la velocidad y la eficiencia con la que los trabajadores de servicios públicos municipales intervinieron.

La limpieza fue una osadía digna de reconocimiento. Los trabajadores del municipio de Victoria lograron despejar y limpiar la plaza en cuestión de horas, lo mismo que las calles circundantes,  llevando a cabo una recolección manual que, dada la cantidad de basura, parecía una misión casi imposible. Este esfuerzo monumental demuestra un compromiso con la comunidad  por parte de los servicios públicos, quienes enfrentan desafíos como este a diario.

Aun así, este episodio debería invitar a una reflexión profunda. Si bien el rápido accionar de los servicios municipales es digno de aplauso, el problema de fondo sigue siendo la irresponsabilidad de quienes, tras disfrutar de una noche de fiesta y orgullo patrio, dejan tras de sí toneladas de residuos.

El contraste entre la eficiencia de los trabajadores y la falta de conciencia ambiental de muchos ciudadanos es evidente.

No basta con tener equipos municipales capaces de limpiar la ciudad; es indispensable que como sociedad asumamos un papel más responsable y colaborativa.

Las festividades patrias son una oportunidad para unirnos como mexicanos, pero también debería recordarnos nuestra responsabilidad compartida para cuidar los espacios públicos que todos utilizamos.

El llamado del gobernador a construir un terruño que es de todos y en el que convivamos en paz,  debe ir más allá de las palabras y traducirse en acciones cotidianas.

Ciudad Victoria tiene el potencial para ser una ciudad limpia y ordenada, pero esa meta solo se alcanzará cuando cada ciudadano entienda que la basura no desaparece por arte de magia, sino que es el resultado del trabajo arduo de personas que, en jornadas largas y pesadas, restauran el orden tras el desorden que dejamos.

Los festejos del 15 de septiembre nos dejaron una gran lección: la limpieza no es solo una tarea del gobierno, sino una responsabilidad compartida.

A la Zabaleta le informaron que el presidente municipal es Lalo Gattás y que el gobernador es Américo Villarreal Anaya y no Américo Vespucio, es una lástima que no le dijeran que los trabajadores del municipio se rompen el alma para dejar nuestras calles, limpias, prístinas… ¿también le dirían?

Encantador grito, espectacular juego de música y pirotecnia,  y benditos trabajadores del municipio que a pesar de todos, hicieron una labor con calificación de diez.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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