Por María Jaramillo Alanís
Con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México, no solo asciende una mujer al más alto cargo del país; con ella, llegamos todas. Este triunfo no es individual, es colectivo. A través de su figura, se abren las puertas para todas las mujeres que, a lo largo de la historia, han sido invisibilizadas.
Con Claudia llegan las obreras de la maquila, esas que, con jornadas interminables, han dejado su sudor y esfuerzo sin recibir el reconocimiento que merecen. Llegan también las enfermeras, las que han cuidado de otros en silencio, ejerciendo su vocación sin ser vistas. Con ella llegan aquellas mujeres que alguna vez callaron, que sufrieron en silencio y encontraron fuerzas en su soledad, bajo el chorro de agua de la regadera, donde sus lágrimas se disolvían con el agua.
Llegan también las madres que no aprendieron a leer, pero que enseñaron a sus hijos el valor del esfuerzo y la dignidad. Con ella caminan las tías que nos criaron, aquellas que, solteras por elección o por las circunstancias, dedicaron sus vidas al cuidado de los demás. Este triunfo es para todas las que fueron invisibles, las que no tuvieron voz y las que, pese a todo, no dejaron de ser el pilar de nuestra sociedad.
Este momento no es solo un reconocimiento a una mujer en el poder, sino una reivindicación para todas aquellas que han sido silenciadas, subestimadas o ignoradas. Claudia Sheinbaum no llega sola; detrás de ella hay millones de mujeres que han sostenido a este país desde las sombras, desde sus roles invisibles y muchas veces no reconocidos.
Su llegada a la presidencia marca un paso hacia la verdadera igualdad, un México en el que cada mujer, sin importar su origen, su ocupación o su historia, sea vista, escuchada y valorada. Porque con Claudia llegamos todas. Y con ella, seguiremos avanzando hacia un país más inclusivo, donde cada mujer tenga un lugar en la construcción del futuro.
Hoy, al asumir la presidencia, Sheinbaum reafirmó este compromiso al declarar que su administración respetará y garantizará la libertad de expresión, prensa, reunión y movilización. “La libertad es un principio democrático, y nosotros somos demócratas”, afirmó, subrayando su compromiso con los derechos humanos y con la diversidad religiosa, política, social, cultural y sexual en el país.
“Soy madre, abuela, científica, y mujer de fe, y a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”, proclamó. Con estas palabras, aseguró a la nación que gobernará para todas y todos, poniendo su conocimiento, fuerza, historia y vida al servicio del pueblo y de la patria.
Con la Presidenta Claudia al frente de los destinos de la patria, el tema de la participación de las mujeres, dejó de estar en el discurso, a partir de hoy todos los gobernadores y gobernadoras, alcaldes, alcaldesas, diputadas y diputados, deben dejar a un lado la simulación y pasar a las acciones concretas como el respeto a todas las mujeres y proveer espacios dignos para que ellas se desarrollen y vivan con dignidad.
Recuerdo ahora a María de la Luz Jasso Ortiz, mujer que militó en la izquierda hasta su muerte. Hoy María y su lucha incansable, fue visibilizada. Una mujer ejidataria nacida en la San Juana municipio de Güémez, ella que caminó con los ferrocarrileros en su gran huelga, ella que fue la primera mujer en el Comité Estatal del Partido Comunista Mexicano, hoy Claudia Sheinbaum Pardo, la hizo visible.
Si estuviera aquí, seguro alguien le diría que no se preparó y era ignorante, por eso la 4T en Tamaulipas no la llamó a un puesto…lástima, María murió convencida de sus tareas en la izquierda y también estoy segura, que seguiría trabajando por las mujeres y hombres más pobres de nuestra comunidad.
Con Claudia, las mujeres sí llegamos al poder, y con ella, México avanza hacia un futuro más justo e igualitario para todas y todos.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que Nunca.