Tamaulipas: Obras igual a Seguridad

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Por María Jaramillo Alanís

La inauguración de la construcción de la prolongación del bulevar José López Portillo en Ciudad Victoria no solo representa un avance en infraestructura, sino un claro ejemplo de cómo la colaboración entre los gobiernos estatal y federal pueden transformar a Tamaulipas. Pero no son simples obras de concreto y alambrón, se trata de una construcción en polígonos de pobreza y donde la violencia es cosa común.

Estas acciones, encabezadas por el gobernador Américo Villarreal Anaya, son respaldadas por la presidenta Claudia Sheinbaum, colocan a la entidad en un camino de desarrollo que prioriza las necesidades de las comunidades más vulnerables.

Sin embargo, estos avances no pueden ser analizados sin considerar el contexto nacional. Y en ese escenario aún resuena  el reciente llamado de atención de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo a las gobernadoras y los gobernadores, en materia de seguridad, parece haber surtido efecto en varios mandatarios estatales.

Este recordatorio sobre la importancia de la participación activa en los gabinetes de seguridad dejó en evidencia que, en algunos estados, los gobernadores habían delegado sus responsabilidades estratégicas, contribuyendo al desorden y a la falta de resultados tangibles en esta materia.

En Tamaulipas, el gobernador Villarreal Anaya ha utilizado este enfoque federal como un marco para fortalecer su estrategia, asistiendo personalmente a las reuniones de seguridad y logrando una percepción más positiva entre los ciudadanos. No obstante, el verdadero desafío radica en garantizar que esta percepción se traduzca en realidades palpables, especialmente en las zonas con mayores índices de violencia.

El énfasis en proyectos de infraestructura en polígonos de pobreza, como el tramo del bulevar José López Portillo, es un acierto que aborda problemas de fondo: la exclusión social y la falta de oportunidades que históricamente alimentan la inseguridad. Sin embargo, no podemos ignorar que las obras, aunque necesarias, no son suficientes para resolver de raíz las dinámicas de violencia y delincuencia organizada que afectan al estado y a la región fronteriza.

El llamado de atención federal también es un recordatorio de que los resultados positivos en Tamaulipas no son replicables en automático. La construcción del Puerto Seco, la nueva planta potabilizadora y los proyectos carreteros deben ir acompañados de políticas públicas que atiendan la desigualdad social, la falta de empleo y el acceso limitado a servicios básicos en muchas comunidades. Estos elementos son esenciales para sostener los avances en infraestructura y seguridad.

Además, es indispensable que esta nueva armonía entre el gobierno estatal y federal no se convierta en una excusa para ignorar las voces críticas o los señalamientos legítimos. Aunque la coordinación es un factor clave, es necesario mantener un escrutinio constante sobre la efectividad de las políticas implementadas, especialmente cuando estas tienen impacto directo en las comunidades más vulnerables.

En resumen, Tamaulipas avanza, pero aún queda mucho por hacer. El liderazgo del gobernador Villarreal Anaya y su compromiso con la seguridad son un buen ejemplo de cómo responder a las demandas federales.

Sin embargo, es imperativo que las acciones sean consistentes, integrales y sostenibles para garantizar que los logros actuales no se desdibujen con el tiempo. De no ser así, el esfuerzo podría quedarse como un simple eco del llamado de atención federal, en lugar de consolidarse como un cambio estructural para el estado y el país.

Obras que den luz en materia de seguridad ahí donde la pobreza punza, tendrán que dar frutos, que no es otro que caminar a la hora que sea por las calles de nuestra ciudad y de cualquier municipio de Tamaulipas. Ojalá lo veamos.

Desde Mi navideña Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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