María Jaramillo Alanís
Las inundaciones provocadas por la tromba que azotó Reynosa y la región ribereña han dejado, una vez más, al descubierto la inoperancia y el desinterés de la autoridad municipal.
Mientras el agua anegaba calles, viviendas y avenidas, el alcalde Carlos Peña Ortiz, resguardado desde la comodidad de su hogar, limitó su respuesta a comunicados en redes sociales. Sin presencia en las calles, sin liderazgo en la crisis, sin acciones concretas de auxilio.
¿Dónde estaba el gobierno municipal cuando la gente lo necesitaba? No hay un solo video, una imagen, una declaración que muestre a Protección Civil de Reynosa encabezando operativos de rescate, trasladando a adultos mayores a los albergues, organizando la evacuación en las colonias más afectadas. Nada. El alcalde, quien debería coordinar la respuesta ante la emergencia, brilló por su ausencia.
En mediodía la lluvia anegó Reynosa ¿Qué obras construyó el municipio para taponear las salidas naturales del agua? ¿Qué canales obstruyó la COMAPA de Reynosa que esas mismas aguas de los drenajes taponean hoy colonias como la Jarachina? El alcalde y su miserable gabinete deben dar respuestas.
Por eso es importante que la ciudadanía exija no que aplauda y mucho menos que dé las gracias porque un alcalde como Maki perdón como maquito les diga pendejos.
Una ciudad que vive en el abandono
Reynosa es una ciudad sucia, desordenada y abandonada por su propia autoridad. La falta de mantenimiento en drenajes y canales pluviales agravan los estragos de la lluvia. No es solo la tormenta; es la omisión constante de un gobierno municipal que no atiende lo básico.
A pesar de la coordinación del Gobierno Federal y Estatal para habilitar albergues como el Gimnasio Universitario de la UAT y el Auditorio Municipal, la ausencia del municipio es notoria.
Nadie sabe con certeza cuántos damnificados hay, qué colonias necesitan atención urgente, cuántas familias requieren ser evacuadas. La administración municipal ha desaparecido en el momento en que más se le necesita.
No se trata de “pegarle” al alcalde por deporte. Se trata de exigirle que haga su trabajo o, si no está dispuesto a hacerlo, que renuncie. Si prefiere vivir en McAllen o Missión, como es sabido, que lo haga, pero que deje el cargo a alguien que sí quiera gobernar Reynosa.
No solo es Peña Ortiz, ¿y los demás?
El silencio no es exclusivo del presidente municipal. ¿Dónde están los diputados federales y locales? ¿Dónde está José Ramón Gómez Leal, el senador que llegó por casualidad? ¿Dónde están los legisladores que solo aparecen en fotos para promocionar becas, pero que hoy no dicen nada? Todos brillan por su ausencia.
Hasta el momento, se reportan posibles fallecidos debido a la tormenta. Aún sin confirmación oficial, es inaceptable que se pierdan vidas por la negligencia y la falta de prevención de una autoridad omisa.
¿Qué sigue?
El Congreso del Estado tiene en sus manos la herramienta para actuar. Un extrañamiento no basta. Reynosa merece un juicio político contra un alcalde que ha abandonado a su gente. Si Peña Ortiz no quiere gobernar, si no le interesa el bienestar de su población, que deje el cargo.
Mientras tanto, como siempre, es el Ejército Mexicano quien asume la responsabilidad que otros eluden. El Plan DN-III-E se activa una vez más para hacer lo que el municipio no hace: rescatar, ayudar, proteger.
Y la dirección de Protección Civil Estatal dispuso de un operativo que se coordinará con la SEDENA en las tareas de evacuación. Sea Por Dios.
¿Nos merecemos esto? No. Reynosa es una ciudad que trabaja, que construye, que no se detiene. No merece el abandono de una autoridad que solo ve por sus propios intereses.
Es momento de exigir cuentas y de actuar en consecuencia.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.