EL 1 DE JUNIO, VOTEMOS Y SIGAMOS HACIENDO HISTORIA.

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María Jaramillo Alanís

El proceso electoral rumbo a un nuevo Poder Judicial ha concluido. Y concluyó en medio de una campaña mediateca   de la derecha y los medios tradicionales, que llamaron abiertamente a NO votar.

¿Es democrático no votar? ¿Es democrático renunciar al derecho de elegir a jueces y magistrados? No, no lo es. No ejercer el voto representa una renuncia a un derecho conquistado con décadas de lucha; también es tirar a la basura una millonaria inversión pública que, en plena austeridad, fue destinada para organizar esta histórica elección.

Cada candidato que usted no conoce —pero que participa en esta elección— representa una oportunidad para transformar un poder que por décadas ha sido ajeno al pueblo: el Judicial. No votar significa dejar que otros decidan por usted, y lo que es peor: dejar que sigan los mismos de siempre, los que garantizan la impunidad a delincuentes de cuello blanco.

Ahí está el caso de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, hoy prófugo de la justicia y protegido por más de 20 amparos. ¿Quién se los otorgó? Jueces, magistrados, ministros, parte de ese poder judicial al que la ciudadanía nunca había podido tocar con el voto… hasta hoy.

El 29 de mayo marcó el cierre de campañas de más de 7,000 aspirantes en todo el país. Fue un proceso inédito, complejo y lleno de incertidumbre. Pero su mayor obstáculo no es técnico, ni siquiera organizativo: es político. Es el llamado coordinado, casi de nado sincronizado, de la derecha y sus aliados para promover la abstención.

Y no solo eso: hay denuncias por uso de “acordeones”, y de  despachos de abogados que ya preparan la judicialización de los resultados. Desde ahora buscan impugnar lo que aún no ocurre, con tal de preservar sus privilegios.

Por eso hoy más que nunca, votar es un acto de resistencia, de responsabilidad histórica. Votar, aunque nos equivoquemos, es mejor que quedarnos viendo cómo los mismos de siempre escriben nuestro destino.

Votemos, Porque solo el pueblo puede salvar al pueblo.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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