María Jaramillo Alanís
Desde 2022, Francisco García Cabeza de Vaca se esconde en Estados Unidos. No por turismo, ni por trabajo: por evasión. Está prófugo de la justicia mexicana, señalado por delitos graves como delincuencia organizada, lavado de dinero y desvío de recursos públicos.
Sin embargo, su nombre no aparece en los pasillos de los tribunales como el de un imputado cualquiera. No. Su expediente goza de un blindaje hecho a medida, cortesía de jueces a modo… y a sueldo.
Faustino Gutiérrez Pérez y Juan Fernando Alvarado López se han convertido en los dos pilares judiciales que han sostenido la impunidad del exgobernador panista. Desde sus escritorios han expedido amparos exprés, resoluciones acomodadas y suspensiones que, en los hechos, han impedido que Cabeza de Vaca enfrente a la justicia.
¿Hasta cuándo?
¿A qué hora se le acaba la suerte —y la protección— a quien usó el poder para enriquecerse, perseguir adversarios y manipular elecciones? ¿Qué más necesita la judicatura federal para actuar con dignidad y romper el pacto de impunidad que protege a un político acusado de crímenes graves?
Mientras el gobernador Américo Villarreal trabaja desde Tamaulipas para reconstruir lo que el panismo desmanteló, desde Texas su antecesor opera campañas sucias, como la reciente mentira sobre la supuesta cancelación de las visas del mandatario y su familia. La intención es clara: desinformar, atacar y golpear políticamente.
Y lo hace con el eco de cuentas falsas, operadores digitales… y con la complicidad silenciosa de jueces que siguen dictando resoluciones que huelen más a consigna que a legalidad.
Pero los tiempos cambian. El reacomodo en el Poder Judicial tanto federal como estatal está en marcha, y con él, la posibilidad de acabar con la red de protección que mantiene en la impunidad a Cabeza de Vaca.
La justicia debe dejar de mirar hacia otro lado. El país merece respuestas. Y esos jueces, hoy señalados por su parcialidad, también deberán rendir cuentas.
Porque si Cabeza de Vaca aún no cae, es porque la ley no ha sido pareja. No porque sea inocente.
Desde Mi Trinchera Vietnamita más Janambre que nunca.