María Jaramillo Alanís
La jornada electoral vivida este 2 de junio en Tamaulipas marcó un antes y un después en la historia democrática del estado. Por primera vez, las y los tamaulipecos acudieron a las urnas para elegir con su voto libre y consciente, la integración del Poder Judicial, tanto a nivel estatal como federal. Y lo hicieron en paz, con civilidad, y con una participación ejemplar.
Con la instalación del 100% de las casillas contempladas por el Instituto Nacional Electoral, y bajo la vigilancia de miles de funcionarias y funcionarios electorales, la elección judicial se desarrolló sin contratiempos mayores, demostrando que la ciudadanía tamaulipeca está lista para asumir nuevas responsabilidades cívicas.
Los que acudimos a votar nos llevamos sorpresas, una de ellas es que para votar en diez boletas-seis federales y cuatro estatales- dispusieron de mesas y sillas, así como mamparas individuales, y eso jamás había ocurrido en una elección.
El gobernador Américo Villarreal Anaya, subrayó el carácter inédito de este proceso e hizo un llamado a votar por quienes, en conciencia, se considere que sabrán ejercer con dignidad y profesionalismo la función jurisdiccional.
Tamaulipas no solo cumplió, sino que se colocó como referente nacional. Fue uno de los 19 estados que realizaron elección concurrente y uno de los primeros en aprobar y poner en marcha una reforma judicial profunda, impulsando un modelo de justicia más transparente, participativo y cercano al pueblo.
Más allá de las cifras —2 millones 891 mil ciudadanas y ciudadanos convocados, 2,466 casillas instaladas y 10 boletas por elector— lo que se vivió fue un ejercicio de madurez política.
La ciudadanía tuvo en sus manos la posibilidad de definir el rumbo de la justicia en el estado. Ahora, el reto será acompañar este proceso con vigilancia ciudadana, exigencia institucional y continuidad en las reformas.
Quienes resulten electos deberán entender que no solo ocuparán un cargo: asumirán una enorme responsabilidad frente a una sociedad que exige legalidad, imparcialidad y ética pública.
El Poder Judicial, como piedra angular del Estado de Derecho, no puede seguir siendo visto como una élite cerrada o como la aristocracia dorada que estaba por encimaba del pueblo, les demostramos que ya no es así.
Hoy, más que nunca, debe abrirse al escrutinio y responder con hechos.
Tamaulipas habló en las urnas, y lo hizo con dignidad. Ahora toca a sus nuevas juezas y jueces estar a la altura de ese mandato.
Fracasaron de nuevo los de siempre; los traidores a la patria, los que han pretendido que todo siga como con FeCal y Peñita, hoy hay mucho pueblo.
Demostramos de nuevo, que ya somos una ciudadanía mayor de edad, que no nos intimida nada ni nadie.
Mandamos un mensaje poderoso: Somos ciudadanos de primera y que no nos conformaremos con menos, exigiremos un poder judicial a la altura del pueblo.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.