Gallegos quiere revivir el error que incendió a Tamaulipas

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Por María Jaramillo Alanís

El diputado Marco Gallegos Galván insiste en revivir las policías municipales en Tamaulipas como si fuera una idea innovadora, cuando en realidad es un viejo error con uniforme nuevo.

La propuesta se disfraza de estrategia de proximidad y prevención, pero evade una verdad fundamental: los delitos que más duelen y que más miedo generan en la ciudadanía —extorsión, secuestro, tráfico de drogas, desapariciones— son del fuero federal. Y ninguna policía municipal tiene facultades ni capacidad real para enfrentarlo.

¿A quién intenta engañar el diputado Gallegos? ¿Cree que los tamaulipecos ya olvidamos el infierno que fue tener policías municipales infiltradas por el crimen? ¿No recuerda cómo muchos de esos elementos terminaron sirviendo no a la ley, sino a los grupos delincuenciales que controlaban colonias, ciudades enteras y la vida de sus habitantes?

Este intento de revivir cuerpos policiacos que ya demostraron su fracaso, sin garantizar una reestructuración de fondo, no es un acto de estrategia: es una irresponsabilidad.

Hablar de controles de confianza y academias de formación suena bien, pero sin un sistema estatal sólido de vigilancia, rendición de cuentas y supervisión civil, estamos condenados a repetir la historia. Y en Tamaulipas, la historia con policías municipales es una de traición, miedo y complicidad criminal.

Que no nos vendan humo. Los ciudadanos ya pasamos por ese camino y sabemos que está lleno de demonios. Pretender que ahora será diferente sin mostrar cómo será diferente es, cuando menos, una burla.

Respaldar la propuesta de Gallegos es olvidar el pasado y aprobarla es cometer el mismo error con el cuento de la cercanía con la comunidad, atención a delitos menores y complementariedad con la Guardia Estatal. Hasta ahí, el discurso es impecable.

Pero la historia reciente de Tamaulipas nos obliga a poner el dedo en el renglón. Las policías municipales no desaparecieron por capricho: se disolvieron por su alto nivel de infiltración criminal, por su incapacidad operativa y por haberse convertido, en muchos casos, en brazos armados del crimen organizado, revivirlas sin antes blindarlas institucionalmente sería un error que podría costar vidas y confianza ciudadana.

El legislador morenista menciona “estrictos controles de confianza”, “capacitación permanente” y “nuevas escuelas de formación policial”. ¿Dónde están los calendarios? ¿Qué presupuestos están asignados? ¿Cuál será el mecanismo de evaluación y quién lo auditará? Porque en este país estamos cansados de los buenos propósitos que se diluyen entre la improvisación y la opacidad.

Sí, la prevención requiere presencia directa, como afirma Gallegos Galván, pero también requiere un compromiso férreo con la legalidad y la transparencia. De poco servirá tener más patrullas en las colonias si dentro de ellas viajan los mismos vicios de antaño.

¿Quieren reactivar las policías municipales? Adelante, pero sin romanticismos. La ciudadanía ya no se traga discursos sin resultados. Revivir no es resucitar la confianza: es ponerla, otra vez, en juego.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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