Por María Jaramillo Alanís
Más allá del discurso democrático, la elección judicial del 1 de junio en Tamaulipas sirvió para medir de qué están hechas las estructuras políticas en tierra. Y sí, también para revivir las prácticas como la inducción del voto mediante guiones prestablecidos.
En principio se debe reconocer que por primera vez, los ciudadanos pudieron votar directamente por las juezas y jueces del poder Judicial de Tamaulipas y de México.
Ciertamente un ejercicio inédito, histórico en el papel, pero confuso y desangelado en la práctica. Boletas con diez nombres, sin logos, sin partidos, sin campaña clara y para rematar, más del 42% de los votos fueron anulados. En Victoria, la participación apenas rozó el 17.65%.
Y sin embargo —o justo por eso—, Ciudad Victoria se colocó a la cabeza en participación entre los municipios grandes. ¿Milagro democrático? No, por supuesto que no. Lo que pasó en la capital del estado no fue espontáneo. Fue estrategia y acciones que se tradujeron en votos.

Eduardo Gattás puso a trabajar a su equipo como como una maquinaria de reloj suizo para asegurar que las y los “elegidos” llegaran a los juzgados. Y le funcionó.
Ahí están los números:
- Victoria: 17.65% (24,603 votos)
- Aldama: 15.14% (2,288)
- Madero: 14.87% (14,643)
- Altamira: 15.21% (18,243)
- Tampico: 13.67% (19,261)
- Nuevo Laredo: 13.03% (21,140)
- Matamoros: 10.71% (21,078)
- Reynosa: 10.51% (27,545)
Mientras en otros municipios apenas se enteraron que había elección, en Victoria el edil jugó en serio. Movió, operó y empujó. Para fortalecer la democracia, para que tengamos un primer Poder Judicial electo por la población.

Y sí, hay que decirlo sin rodeos: lo que vimos fue una elección judicial a modo, en la que las estructuras pesaron, también hay que decir que cientos de ciudadanos salieron a votar por cultura.
Donde hubo votos, hubo línea. Donde hubo votos, también hubo listas. Y donde hubo votos habrá premios. Gattás ganó la elección judicial.
Así que, mientras se discute si esta elección judicial fue un avance o un retroceso, una cosa queda clara: en Victoria, Gattás no solo manda. También reparte togados.

Aunque hay que decirlo, ya con el Ejecutivo estatal en manos de Morena, el Congreso pintado de guinda y ahora también los juzgados bajo el sello de “los de casa”, la cancha está completa. Ya nomás falta que los acusados pidan juicio en casa… y café con pan.
Porque cuando un solo grupo controla el árbitro, la cancha y hasta el marcador, lo menos que puede pasar es que siempre gane su equipo. Y si alguien duda, que pregunte quién imprimió los acordeones.
El presidente municipal de Victoria, morenista, cuestionado, vituperado hizo su chamba, sacó adelante las candidaturas del Poder Judicial, así Gattás entregó cuentas claras pero… ¿Y Granados, en Matamoros, Erasmo en Madero y el Makito, con qué equipo jugaron? Con el equipo local es evidente que no.
Justo, la elección judicial midió estructuras y también lealtades.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.