Por María Jaramillo Alanís
Como en las películas del viejo oeste, en Tamaulipas parece que algunos villanos salen rehabilitados, se cambian el sombrero negro por uno blanco y, si nadie protesta lo suficiente, hasta terminan premiados. Es el caso del fiscal general Irving Barrios Mojica, el mismo del fallido “michoacanazo” —esa vergüenza jurídica que terminó en nada—, el fiscal carnal de Cabeza de Vaca, y el autor intelectual de una era marcada por el uso político de la justicia.
Ahora, gracias a los buenos oficios del diputado Humberto Prieto Herrera, nos enteramos que no hay impedimento legal para que Barrios Mojica busque reelegirse. “Ha dado resultados”, dice el legislador morenista, (aunque también del establo vaquista), como si el combate a la impunidad se midiera en declaraciones optimistas y no en la percepción de una ciudadanía que durante años vivió bajo amenazas, extorsiones y desapariciones.
Barrios Mojica se convirtió, durante el sexenio anterior, en un operador político antes que en un procurador de justicia. Usó el Código Penal como si fuera reglamento interno del PAN y las órdenes de aprehensión como si fueran volantes de propaganda. Lo suyo no era la justicia, era la persecución selectiva.
Ahora, con una Fiscalía cuestionada, rezagada en derechos humanos y sin una depuración a fondo, se le abre la puerta para continuar en el cargo. ¿Quién lo apadrina? ¿Quién pacta su permanencia? ¿Quiénes callan mientras se asegura la continuidad de un fiscal que debería, en todo caso, rendir cuentas y no buscar premios?
El Congreso, que debería velar por un relevo con visión de justicia y no de complicidad, prepara la alfombra roja para su posible reelección.
Todo en orden, todo “legal”, como tantas otras cosas que se maquillan con leyes pero que a lo lejos huelen a impunidad.
¿Es en serio Diputado Prieto? En Tamaulipas aún se puede reescribir la historia: basta con tener memoria corta, aliados estratégicos y un poco de amnesia colectiva. El fiscal más rápido del oeste podría volver. Y esta vez, con aplausos del mismo Congreso que alguna vez lo cuestionó. Irónico, ¿no?
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.
