Por María Jaramillo Alanís
Durante décadas, la corrupción fue norma en Tamaulipas. Los gobiernos del PRI y del PAN hicieron de las instituciones su botín, disfrazando de legalidad lo que en realidad fue dispendio, simulación y saqueo. Gobernaron para enriquecerse, no para servir. Por eso, cuando hoy se habla de reformas profundas que reordenan el aparato institucional, la diferencia es sustancial: no se trata de desaparecer derechos, sino de devolverles sentido.
Con la reforma aprobada por la 66 Legislatura el pasado 8 de julio, desaparece el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información de Tamaulipas (ITAIT), creado en 2008 bajo un modelo costoso y poco efectivo. Pero el derecho constitucional al acceso a la información se mantiene intacto, ahora bajo la tutela de Transparencia del Pueblo de Tamaulipas, un órgano desconcentrado adscrito a la recién creada Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno.
Este rediseño institucional no solo representa un ajuste administrativo: es una declaración de principios. La nueva Secretaría absorbe las funciones de la antigua Contraloría creada en tiempos de Yarrington y Cavazos Lerma, gobiernos marcados por el escándalo y la opacidad. Al integrar transparencia y combate a la corrupción bajo una misma estructura, el gobierno de Américo Villarreal Anaya reafirma su compromiso con los valores de la Cuarta Transformación: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.
El mensaje es claro. Transparencia no es discurso, es convicción. Y a diferencia de aquellos que endeudaron al estado y escondieron cifras tras paredes de cristal, hoy Tamaulipas rinde cuentas y responde con hechos. Así lo dejó en claro el mandatario al entregar nombramientos a quienes integrarán la Secretaría Anticorrupción, dejando atrás inercias del pasado y reafirmando que el combate a la corrupción es prioridad, no simulacro.
Mientras algunos panistas intentan sembrar dudas sobre el manejo de la deuda pública, la respuesta es institucional, contundente y transparente.
El tiempo de los moches y los amiguismos se acabó. Hoy hay un gobierno que responde al pueblo, no a intereses oscuros.
La última y nos vamos…
La seguridad del gobernador Villarreal Anaya no haya la puerta con la Senadora Olga Sosa, se cuela con el fuero a cuanto evento organiza el Poder Ejecutivo, atropellando el protocolo y la vieja enseñanza del hogar: Mijita si no la invitan, no vaya, no es bienvenida.
Cómo veo…doy.
Desde Mi Trinchera Vietnamita más Janambre que nunca.