Por María Jaramillo Alanís
En Reynosa, Arturo Escobar y Vega encabezó el arranque nacional de la afiliación del Partido Verde. A su lado, como si fueran piezas estratégicas en una jugada de ajedrez en la que vas perdiendo y mueves tu piezas de manera errada, pues así aparecieron Manuel Muñoz Cano, el alcalde Carlos Peña Ortiz, la diputada Casandra de los Santos y la mismísima Maki la mamá del alcalde, a quien el dirigente no dudó en “destapar” como su “candidata ideal” a la gubernatura.
Maki Esther Ortiz Domínguez brinca como chapulín en comal, sin pudor ni vergüenza. Lo mismo ha sido panista, morenista por conveniencia y ahora verde de ocasión. Para ella los colores no importan, las ideologías menos; lo único que vale es la ambición de volver a la boleta en el 2028, aunque para lograrlo tenga que disfrazarse de ecologista.
Ortiz Domínguez aprovechó la tribuna para presumir iniciativas y puntos de acuerdo, como si con eso borrara su pasado panista o su cercanía con Margarita Zavala. Prometió títulos gratuitos y soluciones mágicas, cuando lo cierto es que Reynosa aún padece el legado de su gestión: rezagos, inseguridad y abandono.
Carlos Peña, por su parte, se vistió de verde y habló de la Agenda 2030, del Río Bravo y de “una Reynosa sustentable”, mientras en su ciudad florecen los basureros clandestinos, la violencia cotidiana y un caos urbano que ningún discurso logra ocultar.
Entiendo entonces que ha renunciado a Morena y que realmente a eso vino a Reynosa Mario Delgado, justamente a darle el visto bueno a su pupilo.
Pero es prudente contextualizar y no olvidar de dónde viene el Partido Verde.
Nació como palero del PRI, sobrevivió como rémora del poder y hoy, sobreviviendo de la mano de Morena, intenta imponer a toda costa a su candidata para la gubernatura, a tres años de distancia de la sucesión estatal.
Quizá Arturo Escobar lo ignore, pero Manuel Muñoz Cano sí lo sabe: jugar con fuego en Tamaulipas tiene costos políticos.
La postal fue nítida: el Verde no llegó a Tamaulipas a defender causas ambientales, sino a jugar a las vencidas con los otros partidos y a ofrecer candidaturas al mejor postor. Lo de menos es la ecología, lo demás es la repartición de poder.
Hay que recordarles que cuando Reynosa se inundó y su gente luchaba contra el agua, Carlos Peña Ortiz estaba fuera del país. Un muchacho hijo de mami, con título de Harvard, que desprecia a las escuelas públicas y, peor aún, desprecia al pueblo.
Peña Ortiz es para el Verde, un “alcalde modelo” y eso mismo es la madre, sin escrúpulos cuya ideología es el poder y el dinero, ni más ni menos.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.