De trampas y apellidos…Los Vaca.

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Por María Jaramillo Alanís

La familia Cabeza de Vaca ha convertido la política en Tamaulipas en un negocio de familia y en un laboratorio de deshonestidad. No es exagerado decirlo: cada episodio en el que alguno de ellos aparece está marcado por el abuso de poder, la simulación o la trampa.

El caso más reciente es el del diputado local Ismael García Cabeza de Vaca, quien fue acusado por militantes panistas de hacer trampa en el proceso interno para la elección del Consejo Estatal del PAN.

El legislador plurinominal —con residencia en McAllen y quien se dice de Reynosa— se registró por el pequeño municipio rural de Bustamante, sin cumplir el requisito de presentar personalmente el examen de conocimientos partidistas ante las instancias nacionales.

“Faltando al reglamento y a la más elemental decencia, el hermano del exgobernador prófugo mandó al jurídico del comité estatal, Gustavo García, a presentar el examen haciéndose pasar por él”, denunciaron militantes inconformes que exigen que se anule su participación y se sancione el atropello.

No es un hecho aislado. Desde que Francisco García Cabeza de Vaca llegó al poder, se normalizó la opacidad, el uso patrimonialista del gobierno y la persecución de adversarios como política pública. Hoy, aunque el exgobernador está prófugo de la justicia mexicana, su apellido sigue pesando en el PAN, que se resiste a deslindarse de una herencia que lo llevó a perder la gubernatura.

El panismo vive un proceso de renovación de dirigencias, pero ¿de qué sirve cambiar caras si se mantienen las mismas mañas? ¿Qué legitimidad puede tener un Consejo Estatal elegido bajo estas prácticas de suplantación y trampa?

Los militantes que impugnarán su registro buscan rescatar la credibilidad del partido, aunque la tarea parece titánica: limpiar la casa después de que la familia Cabeza de Vaca la dejó llena de irregularidades, deudas y descrédito.

Si el PAN de Tamaulipas quiere sobrevivir, debe empezar por romper de una vez por todas, el pacto de impunidad con este clan político. De lo contrario, seguirán siendo los mismos de siempre repartiéndose el poder, aunque para aprobar un simple examen tengan que mandar a otro en su lugar y que a su propio partido se niegue a darles la cara, pues solo quiere ser consejero y seguir teniendo las pezuñas  dentro del blanquiazul.

Porque aquí la constante no es el azar: es la deshonestidad. Y el apellido Cabeza de Vaca ya es sinónimo de eso.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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