Por María Jaramillo Alanís
Cuando Paco Ignacio Taibo II habló hace unos meses de los “sapos” —esa nueva clase política que, sin formación ideológica ni compromiso con el movimiento, sólo brinca de cargo en cargo— provocó incomodidad en más de uno dentro de Morena. Lo cierto es que el escritor, como suele hacerlo, no se anduvo por las ramas: describió con crudeza a quienes llegaron al poder bajo las siglas de la Cuarta Transformación, pero sin entenderla ni representarla.
Y mientras en Morena se libra esa batalla interna por preservar el espíritu original del movimiento, en el viejo régimen no hay disimulo alguno: son los mismos de siempre, los que viven del saqueo y de la nostalgia del poder. En su reciente visita a Tamaulipas, Luisa María Alcalde Luján, dirigente Nacional de Morena, puso nombre y apellido a ese pasado que se resiste a morir: Francisco García Cabeza de Vaca, el panista que se enriqueció a costa del erario y que hoy pretende encabezar la resurrección del PRIAN.
La dirigente no se equivocó al decir que el PAN “sólo desea regresar al poder para saquear al pueblo”. Lo lamentable es que, mientras el adversario político se reacomoda con sus viejas mañas, dentro de Morena comienzan a florecer esos sapos de los que hablaba Taibo: personajes que se visten de transformación pero actúan con el cinismo del pasado.
El reto para Morena es impedir que esa nueva fauna política se adueñe del proyecto, porque no hay nada más peligroso que un sapo disfrazado de revolucionario: se infiltra, se acomoda, se infla y, al final, traiciona.
Morena tiene hoy la oportunidad de consolidar su fuerza territorial con más de 71 mil Comités Seccionales en todo el país, 2 mil 107 de ellos en Tamaulipas. Pero esa organización sólo servirá si se pone al servicio del pueblo, no de los intereses personales o de grupos que buscan cuotas de poder.
Se salvan de esta clase política Claudia Sheinbaum Pardo y Américo Villarreal Anaya, porque ambos están por encima de los vulgares intereses que mueven a esa fauna morenista.
Y ojo: la mayoría de los militantes y simpatizantes en Tamaulipas y en México siguen siendo obradoristas a ojos cerrados, fieles a la causa original que los unió, no a los que sólo buscan brincarse al siguiente cargo.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.



