Nido de Cuervo
Por Abraham Vázquez
El sábado 15 de noviembre se realizó una marcha en varias ciudades de nuestro país. En la Ciudad de México hubo mayor convocatoria, la gente arribó al Ángel de la Independencia y de ahí se encaminó hacia el Zócalo Capitalino.
Como siempre no fue una marcha apartidista y mucho menos de gente joven sino todo lo contrario, se dejaron ver personajes de la oposición, es decir; de chile, dulce y de manteca como Acosta Naranjo del ex PRD, Álvarez Icaza disque defensor de los derechos humanos, el padre de Loret de Mola, periodista de lo más violento, y hasta el expresidente Vicente Fox, Pedro Ferriz, entre muchos otros y otras, todos cortados por la misma tijera.
Una marcha que desde un principio sabíamos que no era pacifica por la cantidad de publicidad de odio que se le dio por redes sociales.
Los manifestantes del mentado “bloque negro” ya iban preparados con mazos esmeriles, cizallas, corta pernos y una que otra arma blanca.
El gobierno se anticipó desde días antes y colocó vallas alrededor de Palacio Nacional y del zócalo. Alrededor de las 12:30 horas empezó el desorden, lograron tumbar una parte de las vallas, ¿y que creen que se encontraron del otro lado? ¿Ositos cariñositos esperando para dar abrazos y flores a los manifestantes? Por supuesto que no, las vallas no son para proteger Palacio, son para evitar que los policías y los manifestantes se enfrenten directamente. Hubo heridos de las dos partes y lamentablemente hasta niños que por culpa de sus padres (que sabían a lo que iban) que los llevaron para hacer más dramático el día.
Aunque la derecha quiera cambiar los hechos llamando opresor al gobierno, esto tampoco les funcionará, y de nuevo le dieron la razón Presidenta con estos actos deplorables, antidemocráticos e ilegítimos.
A la otra en lugar de regalar sombreros para aparentar una causa que no es la suya, mejor regalen muletas para la bola de políticos viejos que le siguen la corriente a los patrocinadores, que desde la parte de atrás o de sus cómodos hogares observaban como se golpearon policías y manifestantes, mientras ellos bebían su agüita de horchata denunciando una represión inexistente.



