Barrios Mojica se va y deja de herencia la impunidad…

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Por María Jaramillo Alanís

Irving Barrios Mojica llegó a Tamaulipas el 3 de octubre de 2016 como Procurador. En diciembre de 2018 se convirtió en Fiscal General y permanecerá en el cargo hasta el próximo 15 de diciembre de 2025.

Nueve años.

Nueve años de omisiones, agravios y deudas.

Hoy se va —con más pena que gloria— y nos deja heridas abiertas que siguen supurando impunidad.

El caso Rosa María Rodríguez y Francisco Cuéllar

Aquel mismo día de 2016 en que Barrios Mojica asumió su cargo, la periodista Rosa María Rodríguez fue agredida por los escoltas del propio Fiscal, conocidos como “los michoacanos”.

Golpes, codazos, intimidación.

Después vendrían los ataques digitales contra sus hijos. Y en su propia casa, la agresión directa de gente del sicariato.

Rosa María, Francisco y su familia tuvieron que huir del estado. Sólo regresaron cuando acompañaron la campaña del hoy gobernador, Américo Villarreal Anaya.

Barrios Mojica sabe quién ordenó cada agresión y quién la ejecutó.

Nos debe esa verdad.

Y se va sonriendo.

II. Miriam Elizabeth Rodríguez Martínez

Secuestraron a su hija Karen en 2014. Miriam la buscó sola. Encontró su cuerpo en una fosa común. Identificó uno por uno a los responsables del secuestro y asesinato.

Tres años los rastreó. Los denunció. Los hizo caer.

Pero en marzo de 2017 se fugaron del penal estatal.

Miriam pidió protección. Entró al Salón de Toma de Decisiones del Palacio de Gobierno con el oficio  donde Seguridad Pública le informaba que “no había suficientes policías para cuidarla”.

Gloria Garza Jiménez —subsecretaria de Legalidad— simplemente repitió la negativa.

El 10 de mayo de 2017, Miriam fue asesinada por la espalda, en su casa, por los mismos criminales que la autoridad dejó escapar.

Barrios Mojica y su jefe Francisco García Cabeza de Vaca, nos deben la verdad. Toda.

III. Pilar Garrido Santamans: un caso marcado por la duda

En julio de 2017 desaparece la periodista española Pilar Garrido.

La Procuraduría de Barrios detiene a su esposo, Jorge Fernández González.

Los padres de Jorge lo dijeron siempre: fue el chivo expiatorio del gobernador.

Era profesor de criminalística, buen padre, buen marido. No tenía antecedentes. Nada cuadraba.

Peritos independientes cuestionaron la solidez científica del caso. La sociedad en México y España lo defendió.

Aun así, fue condenado a 47 años por feminicidio.

Hoy, con un Poder Judicial reformado y con Jesús Eduardo Govea Orozco —ex abogado de Jorge— como Fiscal estatal, podría abrirse por fin una vía para revisar la actuación de Barrios y su equipo.

Y quizá, desmontarla.

IV. El crimen de Carlos Domínguez

El 13 de enero de 2018, en un alto de semáforo en Nuevo Laredo, asesinaron con 24 puñaladas al periodista Carlos Domínguez.

Iba con sus nietos.

No robaron nada.

Lo fueron a matar.

La Procuraduría de Barrios fabricó culpables: tres periodistas y un tío del entonces alcalde Carlos Canturosas.

Incluso un ex policía federal —David Mejía Bravo— confesó haber recibido parte de la recompensa para hacerse pasar como autor material.

En octubre de 2019 un Tribunal absolvió a todos.

Cinco vidas destruidas por una Fiscalía que construyó un caso de papel.

Una maquinaria de criminalización financiada con dinero público.

V. Héctor González Antonio

El 29 de mayo de 2018 asesinaron a nuestro compañero Héctor.

Un día después, Barrios Mojica declaró que había sido un asalto. Luego dijo que eran cuatro los agresores. Mostró imágenes, armó una historia.

Pero nada cuadraba:

– A Héctor le cortaron las orejas.

– Lo arrastraron por calles pedregosas.

– Le pasaron encima su camioneta.

Meses después, el Procurador presentó a un solo presunto asesino: Óscar Zuriel “G”.

Sentencia: 20 años y una “reparación” de 117 mil pesos.

Ridículo.

Insultante.

Y dejó libres —y en las sombras— a los autores intelectuales.

En la calle siempre se dijo en voz baja: los Cabeza de Vaca, especialmente Ismael.

VI. Antonio de la Cruz y Cynthia

29 de junio de 2022.

Matan a Toño de la Cruz frente a su hija Cynthia, que más tarde moriría también.

Un sicario en motocicleta.

A una cuadra: una torre de vigilancia.

A dos cuadras: el Penal Estatal.

Cámaras por todas partes.

¿Y ninguna vio nada?

Gustavo Cárdenas lo dijo desde tribuna:

_ “Este fue un asesinato de gobierno… comprobado lo tengo”.

¿Y Barrios?

Nada.

Silencio.

Omisión.

¿Todavía debemos aplaudirle?

Nueve años.

Nueve años de carpetas empolvadas, periodistas silenciados, familias desgarradas, culpables inventadas y verdades escondidas bajo llave.

Nueve años en los que Barrios Mojica no nos dio justicia, pero sí una larga lista de muertos.

Ahí están.

Con nombre.

Con historia.

Con heridas que siguen vivas en este estado.

¿A eso se le aplaude?

¿A eso se le agradece?

¿A eso se le despide con honores?

No.

A los responsables de tanta miseria se les despide como corresponde: con la memoria de quienes nunca volvieron, con los expedientes que aún gritan, con el eco de todo lo que ocultó.

A ustedes, los que hoy llevan el poder en las manos: Si quieren, pónganle un Oxxo, pónganle una placa, páguenle un mariachi.

Yo, desde la Tribuna de Sol, les voy a silbar.

Fuerte.

Claro.

Para recordarles que Tamaulipas no olvida ni perdona.

Porque lo único que exigimos —lo único que siempre exigimos— es JUSTICIA.

Y esa, Barrios Mojica, jamás llegó de tu mano.

Hasta nunca, Irving Barrios Mojica.

Desde mi trinchera…

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