Claudia desde la izquierda profunda

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María Jaramillo Alanís

La declaración de Claudia Sheinbaum como presidenta electa de México no es solo un evento político; es un momento histórico que reconfigura el panorama nacional en múltiples dimensiones.

Como la primera mujer en ocupar la presidencia, Sheinbaum simboliza una ruptura con el pasado-nada más 200 años- y una apuesta decidida por la equidad de género, un tema que ha sido relegado por mucho tiempo en la agenda pública.

Sin embargo, su elección no se puede analizar únicamente desde la óptica del género. Representa también una consolidación del proyecto de la Cuarta Transformación, iniciado por Andrés Manuel López Obrador.

En este contexto, la presencia y apoyo del gobernador de Tamaulipas. Américo Villarreal, en su proclamación es un indicativo de la importancia que tendrá la alineación de políticas entre los niveles federal y estatal para echar andar  las reformas necesarias.

La administración de Sheinbaum enfrentará desafíos enormes: desde la lucha contra la corrupción hasta la necesidad de revitalizar una economía que aún no se recupera del todo.

Pero quizás el reto más grande será cumplir con las expectativas generadas en torno a la equidad y la justicia social. Aquí, el rol de los gobiernos estatales, como el de Tamaulipas, será crucial.

Es imperativo que las y los gobernadores no solo sigan la línea de las políticas federales, sino que también innoven y adapten esas políticas a las realidades locales, asegurando que los beneficios lleguen a todos los rincones del país.

El respaldo del gobernador de Tamaulipas a Sheinbaum debe verse como un compromiso con estos valores, pero también como una responsabilidad de garantizar que los ideales de la nueva administración se traduzcan en acciones concretas que mejoren la vida de los ciudadanos.

 Es fundamental que no se repitan los errores del pasado, donde los alineamientos políticos se traducían en meras formalidades sin impacto real en el bienestar de la población.

México se encuentra en un punto de inflexión.

Los ojos del país estarán puestos no solo en la presidenta Sheinbaum, sino en todos aquellos que, como el gobernador de Tamaulipas, han decidido apoyar este proyecto de transformación.

La historia les juzgará no por sus palabras, sino por las acciones que tomen para hacer realidad la promesa de un México más justo, inclusivo y equitativo.

Sin embargo, este momento de celebración porque ya tenemos a la primera mujer Presidenta en 200 años,  también es un recordatorio de los retos que aún se enfrentan, pues a pesar  de los avances, la violencia contra las mujeres sigue siendo una realidad  lacerante en muchas regiones del país, incluida Tamaulipas.

La desigualdad económica y las brechas de acceso a la educación y la salud son desafíos persistentes que requerirán una acción decidida y coordinada entre los diferentes niveles de gobierno.

Si es verdad, muchas de nosotras abonamos en el camino para que llegará a la presidencia de México, Claudia Sheinbaum,  y es cierto, no llega sola, la acompañaremos las miles y miles de mexicanas, que esperanzadas vemos que ahora sí,  va en serio y ¡La rompimos!

Las mujeres estaremos en la primera línea de la batalla contra quienes desde lo oscuro pretendan descarrilar el Segundo piso de la Transformación y a Claudia, que sí viene desde la izquierda profunda.

Al gobierno de Tamaulipas, al gobernador y a las mujeres de su gabinete y en su entorno,  (Olga Sosa, Adriana Lozano, Tania Contreras, Mónica Villarreal, etc.,)  les toca, de nueva cuenta, demostrar que sí están con la Presidenta Sheinbaum y con las políticas públicas en el Segundo Piso de la Cuarta Transformación.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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