Por María Jaramillo Alanís
El Congreso de Tamaulipas ahora juega un papel preponderante en la transformación del Poder Judicial y marca un hito en la historia política del estado y del país. Así en sesión extraordinaria, el Congreso se convirtió en la pieza clave para aprobar la reforma judicial impulsada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, un proyecto que, en el discurso oficial promete devolver al pueblo de México la facultad de decidir quién imparte justicia, con principios de transparencia, honestidad y sobre todo expedita.
El respaldo mayoritario en el Congreso de Tamaulipas, con 20 votos a favor, no es solo un reflejo de la fuerza de Morena y sus aliados en la legislatura local, sino también un indicio del creciente consenso sobre la necesidad de un cambio profundo en el sistema judicial.
Entre los apoyos a la reforma destaca la participación de diputados del PAN como Leticia Sánchez Guillermo y Raúl Rodrigo Pérez Luévano, así como de diputadas sin partido, lo que deja entrever una coalición más allá de las líneas tradicionales de oposición y lealtad partidista.
Pero la aprobación de esta reforma no ha sido sin tensiones. El hecho de que algunos diputados del PAN, junto con legisladores del PRI y Movimiento Ciudadano, hayan votado en contra demuestra que las viejas resistencias aún persisten.
Estos votos en contra representan, más que una mera diferencia de opiniones, una defensa de un statu quo que, para muchos, ya no puede sostenerse. No es coincidencia que los partidos que tradicionalmente han gobernado el país se muestren reticentes a una reforma que podría quitarles uno de sus bastiones de poder.
No es de extrañar la actitud mercenaria del PRIAN y MC, ellos y ellas defienden un proyecto de nación de saqueo, de atropello, de cacicazgos, y que sus medios de comunicación les cuiden las espaldas . Así de vulgares son sus ambiciones.
Sin embargo, y en este contexto, la abstención de la diputada Nora Gómez del PAN resulta especialmente significativa. Su decisión de no votar en contra puede interpretarse como un síntoma de que incluso entre las filas conservadoras hay quienes comienzan a ver con buenos ojos una transformación que ya no es tan radical, sino necesaria y urgente.
La narrativa de este momento histórico, no puede reducirse a un simple triunfo de un partido o un proyecto presidencial, lo que realmente está en juego aquí es la configuración de un Poder Judicial más accesible, menos corrupto, y en sintonía con las demandas sociales de justicia pronta y expedita. Esta reforma abre la puerta a un México en el que la justicia no esté al servicio de unos cuantos, sino de todos.
Y el mensaje que envía Tamaulipas a la nación, al unirse a esta ola de cambio es contundente: las y los diputados ya no son espectadores, sino actores de una transformación nacional.
Y es cierto, la historia juzgará a quienes se aferran al pasado, pero por ahora, los que han decidido apostar por un futuro diferente están en el lado correcto de la historia.
Esto de hoy, la validación de la Reforma al Poder Judicial por el legislativo tamaulipeco, los pone donde siempre debieron estar; en la más alta tribuna tamaulipeca.
Escucharon el mandato popular otorgado en las urnas el pasado 2 de junio, y claro, ya ganamos con éstos legisladores, aunque solo es el inicio de la gran tarea que viene para la 66 legislatura, por lo pronto los que ya se van, sí se dignifican.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.