López Obrador y su legado en Tamaulipas

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  • Catarino Erasmo Garza, regresa a su tierra

Por María Jaramillo Alanís

En su última visita a Tamaulipas como presidente, Andrés Manuel López Obrador vuelve a un territorio que ha sido testigo tanto de su lucha como de su compromiso con el pueblo. Esta vez, llega a Matamoros, una ciudad marcada por la historia de un tamaulipeco excepcional, Catarino Erasmo Garza Rodríguez, cuya figura resurge del olvido para ser reconocida como un precursor de las luchas sociales que, décadas después, transformarían el rostro de América Latina. Este homenaje, con la develación de una estatua, no es una despedida, sino un recordatorio del compromiso de la Cuarta Transformación con los valores de justicia y libertad.

Catarino Garza fue un revolucionario y periodista, un luchador social de finales del siglo XIX que, mucho antes de que el Che Guevara (Ernesto Guevara de la Serna) tomara las armas para liberar pueblos oprimidos, ya había trazado un camino de insurrección y resistencia en busca de justicia. Al igual que Bolívar y Guevara, Garza entendía que las fronteras no eran barreras para la lucha por la libertad, y que su destino estaba entrelazado con el de aquellos que sufrían bajo el yugo de la opresión.

El presidente López Obrador, siempre cercano a las causas populares, rinde homenaje a un héroe que, hasta ahora, había sido ignorado por la historia oficial. El hallazgo de los restos de Garza en Panamá, y su repatriación, simbolizan la reivindicación de un hombre cuyo legado ha sido restaurado gracias a los esfuerzos de la Cuarta Transformación.

En esta ocasión, López Obrador no estará solo, lo acompaña la presidenta electa Claudia Sheinbaum, quien asume la responsabilidad de continuar con el proyecto transformador que AMLO ha encabezado durante los últimos seis años.

También estará presente el gobernador Américo Villarreal Anaya, elegido por una abrumadora mayoría de casi un millón de votos, un respaldo popular que refleja el deseo de cambio de los tamaulipecos tras años de gobiernos cuestionables, opacos que dejaron tras de sí, una estela de violencia y dolor.

La presencia de López Obrador en Matamoros, arropado por un pueblo que siempre lo apoyó, tiene un contraste significativo con su primera visita como presidente constitucional a Tamaulipas, cuando fue amenazado “sutilmente” por Francisco García Cabeza de Vaca, el exgobernador que hoy está prófugo de la justicia. “Aquí en Tamaulipas arreglamos las cosas  de otra manera, presidente”, le había advertido en aquel entonces el delincuente Vaca. Pero hoy, esa sombra ya no cubre el estado, en su lugar, se abre un nueva bajo el liderazgo de Américo Villarreal Anaya, que junto al respaldo del gobierno federal, busca reconstruir la confianza y esperanza en Tamaulipas.

La develación de la estatua de Catarino Garza es más que un acto simbólico, es una afirmación del valor de la historia y de la lucha por los ideales que hoy siguen vigentes en el corazón del México contemporáneo. Es un mensaje claro de que los tamaulipecos, como Garza, son un pueblo de lucha, resistencia y convicción y resiliente, valores que López Obrador ha reconocido y apoyado a lo largo de su presidencia.

En esta última visita a Tamaulipas, López Obrador se despide de un estado que siempre consideró especial, un estado que, con su apoyo, ha empezado a trazar un nuevo rumbo. Y aunque su mandato llega a su fin, el legado que deja es uno de esperanza, transformación y compromiso con la justicia social.

Hoy, en Matamoros, bajo la mirada de Catarino Garza, ese legado se consolida como parte de la historia que aún está por escribirse.

  • Queda un pendiente, como en casi todas las historias.

Es una pena que el gobierno de Tamaulipas haya dejado pasar una oportunidad tan valiosa para enaltecer la historia de uno de sus más ilustres hijos, Catarino Garza.

El cineasta Dante Silva, reconocido por su trabajo y talento, entregó en manos del gobernador Américo Villarreal Anaya un proyecto que habría llevado a la pantalla la vida de Garza, un héroe revolucionario y periodista antiporfirista que, por mucho tiempo, ha sido ignorado en la narrativa oficial.

La propuesta de Silva, fue recibida  con entusiasmo por el propio Gobernador, sin embargo al delegar el tema tan importante, simplemente fue olvidado pues la cifra que se ocupaba para la filmación pareció excesiva, 500 mil pesos para la realización del documental.

Seamos honestos, ¿acaso no es un precio bastante razonable, considerando lo que representaría tener un documento fílmico de esta magnitud?

Un filme que, de haberse producido en 2022-2023, habría contribuido significativamente a la difusión de la vida y obra de Catarino Garza, un hombre cuya lucha social podría inspirar a nuevas generaciones y un regalo invaluable para el compañero presidente Andrés Manuel.

El cine no es solo entretenimiento; es una poderosa herramienta para preservar y transmitir la memoria histórica. No solo es un vehículo para contar las historias de nuestros héroes, sino una forma de hacer justicia a figuras como Garza, que lucharon contra la opresión en un contexto donde la represión era la norma.

En lugar de ver esta inversión como un gasto, el gobierno estatal podría haberlo considerado como una oportunidad para poner a Catarino Garza en el lugar que merece dentro del imaginario colectivo, tanto local como nacional. El impacto de un film de esta naturaleza va mucho más allá de lo monetario; puede revitalizar el orgullo tamaulipeco y, sobre todo, hacer justicia a un hombre que, como periodista y revolucionario, dedicó su vida a la lucha por la libertad.

Esperemos que esta oportunidad no quede en el olvido y que el gobierno, o alguna otra instancia con visión, tome el valor de rescatar este proyecto. No debemos permitir que figuras como Catarino Garza sigan relegadas a las páginas de los libros que pocos leen. Su historia merece ser contada, y el cine es el medio ideal para ello.

No se trata solo de dinero, sino de visión y compromiso con la cultura y la historia de Tamaulipas.

  • Bienvenido compañero presidente López Obrador, ¡Gracias por tanto!

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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