Cuando la prensa da voz a la impunidad

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Por María Jaramillo Alanís

Es preocupante observar cómo algunos espacios periodísticos en Tamaulipas parecen seguirle el juego Ismael, hermano del exgobernador prófugo de la justicia, Francisco García Cabeza de Vaca. En lugar de cuestionarlo, le prestan el micrófono para que despliegue su narrativa, como si los días de la impunidad y el atropello en Tamaulipas aún estuvieran vigentes.

Lejos de ser un foro para la rendición de cuentas, como debe ser el Congreso,  estas entrevistas se han convertido en plataformas para que el panista hable como si su hermano todavía fuera gobernador, reviviendo un periodo en el que la justicia era selectiva y los atropellos contra la ley se volvían algo cotidiano.

 En lugar de confrontarlo con las acusaciones que pesan sobre su familia y su propio historial, le permiten lanzar descalificaciones sin sustento, desviando la atención de los verdaderos problemas del estado.

La pregunta que surge es inevitable: ¿por qué la prensa elige servir de caja de resonancia para alguien que intenta manipular la narrativa en su beneficio? ¿Acaso han olvidado el contexto de violencia y despojo que dejó la administración de Cabeza de Vaca? Mientras las familias tamaulipecas luchaban por la seguridad y la estabilidad, otros se beneficiaban de un entorno de impunidad que parecía inquebrantable.

Olvidaron, en aras de mejorar convenios o pegarle a la 4 T-que tienen que admitirlo, ha maltratado a los trabajadores de la comunicación-, de los asesinatos que heredó el  panismo;  Carlos Domínguez, Héctor González Antonio, Antonio de la Cruz y su hija Cintya, y eso es más que vergonzoso y es no tener tantita memoria.

En lugar de darle voz a quienes quieren perpetuar ese pasado, la labor periodística debería centrarse en recordar los hechos, en señalar las consecuencias que estas figuras han tenido en la vida de los tamaulipecos y en exigir respuestas claras. Tamaulipas necesita medios críticos, que no se dejen seducir por la narrativa de quienes buscan enterrar sus propios errores.

Este es un momento para la memoria y la verdad, no para el olvido y la complacencia. Los tamaulipecos merecen un periodismo que esté a la altura de su demanda de justicia, que no se doblegue ante los poderosos ni se preste a ser parte de su montaje mediático. Es tiempo de dejar atrás los días en que la impunidad tenía voz en cada esquina y trabajar por un estado en el que la verdad prevalezca, sin importar a quién incomode.

  • Y parece hasta pregunta tonta ¿Por qué protege el PAN a los que siembran el caos en Tamaulipas?

La reciente reincorporación de Ismael García Cabeza de Vaca al Congreso local, escudado en un amparo y un pretexto de contagio de COVID-19, es un golpe a la confianza de los tamaulipecos en sus instituciones.

Regresa sin pena ni gloria, pero con la protección de un aparato legal que, lejos de hacer justicia, está al servicio de su impunidad.

García Cabeza de Vaca asegura que no enfrenta impedimentos legales, pero su afirmación no hace más que subestimar la inteligencia de la ciudadanía. Las pruebas sobre sus manejos turbios son de conocimiento público, y su regreso al Congreso solo subraya el desprecio que tiene por la ley y el cinismo de su partido, el PAN, al brindarle respaldo.

Sin embargo, este caso no es el único que exhibe el doble discurso del PAN en Tamaulipas. Los hermanos Verástegui, con su espectáculo mediático, han demostrado hasta qué punto están dispuestos a llegar para distraer a la opinión pública.

Su show, diseñado para justificar la movilización de fuerzas federales, ha sido una estrategia para desviar la atención de las acusaciones en su contra, como órdenes de aprehensión e inhabilitaciones que deberían enfrentar. En lugar de enfrentar las consecuencias de sus acciones, manipulan los recursos de seguridad para sus montajes, restando así protección a la población que verdaderamente lo necesita.

Uno de los ejemplos más preocupantes es el de Vicente Verástegui Ostos, un personaje que ha hecho de las amenazas a trabajadores y la intimidación a empleados del Congreso parte de su modus operandi. Ahora busca lavar su imagen ante la opinión pública nacional, intentando presentarse como víctima. Pero los tamaulipecos no olvidan su historial de violencia y autoritarismo, que es un verdadero peligro para la paz y estabilidad de la región.

Tamaulipas merece líderes que se enfoquen en el desarrollo y la seguridad de su gente, no en mantener a figuras que han contribuido a la inseguridad y al deterioro de la imagen del estado.

Es una vergüenza que personas como Ismael García Cabeza de Vaca, Gerardo Peña Flores y Vicente Verástegui Ostos utilicen sus posiciones como escudos para evadir la justicia y perpetuar un ambiente de miedo e incertidumbre.

¿Por qué el PAN sigue protegiendo a quienes siembran el caos en el estado? Los tamaulipecos demandan respuestas, pero sobre todo, demandan un Congreso que actúe en función de sus intereses y que no permita que personajes con antecedentes oscuros tomen decisiones que afectan el futuro de todos.

Es una pregunta bobalicona, puesto que han protegido a criminales como Genaro García Luna, cuantimás a éstos palurdos.

La presencia de estos actores políticos no solo desvirtúa la función legislativa, sino que pone en riesgo la estabilidad y el progreso de Tamaulipas, apoyados en una prensa genuflexa y peor aún, con hambre de justicia.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que Nunca.

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