Por María Jaramillo Alanís
San Fernando está enclavado dentro la Cuenca de Burgos, cuenta además con una maravilla natural como es la Laguna Madre, es una comunidad de pescadores, agricultores, comerciantes, pero históricamente estigmatizada por la violencia ejercida por grupos del crimen organizado.
En la década pasada fue asolada por la violencia y por la impunidad, el desdén y el olvido de sus gobernantes. No hay gente más valiente que los sanfernandenses, que han aguantado de todo.
Por eso la gira del gobernador Américo Villarreal Anaya y de María Santiago de Villarreal es un hito, marca un antes y un después.
San Fernando y su pueblo nunca más pueden ser olvidados y nunca más pueden ser vistos como un pueblo peligroso, en todo caso, toca a la guardia nacional, a la Sedena y a la Semar, sacar a los delincuentes de ese hermoso pueblo.
Es verdad que la visita del Gobernador y de la presidenta del DIF Tamaulipas a San Fernando ha puesto de nuevo el foco en una de las prioridades más urgentes de su administración: la seguridad.
Durante años San Fernando ha sido percibido como un territorio vulnerable, lo que ha frenado el desarrollo económico como el bienestar social, los gobernantes del pasado o se aliaron con los criminales o simplemente los dejaban “trabajar”, y San Fernando se convirtió en tierra de nadie, en un pueblo de llega y vete.
En la gira además de llevar enseres domésticos, campañas médicas, registro civil, raciones alimenticias, es decir, todas las dependencias a las puertas de los Sanfernandenses, se inauguró el complejo de seguridad pública “El Tejón”, que no es simplemente un logro de ingeniería, sino un mensaje claro de que Tamaulipas está decidido a cambiar la narrativa de inseguridad.
Villarreal Anaya les deja claro que no se limitará a medidas paliativas ni temporales, sino que se buscan soluciones estructurales.
El complejo El Tejón no solo está diseñado para mejorar la operatividad de las fuerzas de seguridad, sino también para enviar una señal contundente a todos aquellos que ven a nuestra tierra como botín; en Tamaulipas, la seguridad es un derecho innegociable.
Las cifras del INEGI muestran que existe un avance en los índices de seguridad, especialmente en la zona conurbada, posicionada ahora en el tercer lugar a nivel nacional, refleja un esfuerzo coordinado.
Este avance, más que un logro estadístico, simboliza el trabajo conjunto entre las autoridades locales y federales y pone de relieve el enfoque estratégico, es decir, se debe consolidar un estado en el que se pueda vivir y crecer en paz.
Aunque el reto es grande y el estigma sobre Tamaulipas sigue presente, con obras como El Tejón y una estrategia bien definida, el estado está más cerca de sacudirse esa imagen que tanto daño le ha hecho.
La verdadera prueba será si estos esfuerzos pueden generar una transformación integral en todo el estado. Si se logra, Tamaulipas no solo será un ejemplo de éxito en la frontera norte, sino un referente para todo México en términos de seguridad y desarrollo.
Para los tamaulipecos, lo más importante no son los edificios ni las estadísticas, sino recuperar la confianza en que sus calles, comunidades y familias estarán protegidas. Si el gobierno de Villarreal Anaya mantiene el rumbo, El Tejón no será solo una obra más, sino el símbolo de un futuro más seguro y próspero para todos.
El día que las y los tamaulipecos tengamos la certeza de que los delincuentes ya no son dueños de nuestras calles, solo entonces podremos aplaudir a rabiar a los gobernantes, en tanto eso ocurre, confiemos en las acciones que hoy se realizan para arrancar de raíz lo que está podrido.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.