La Fiscalía Anticorrupción: ¿Justicia o simulación?

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María Jaramillo Alanís

La llegada de Eduardo Govea Orozco a la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción en Tamaulipas generó una gran expectativa.

Y  no era para menos: la administración estatal recibió un gobierno en números rojos, con dependencias saqueadas y un andamiaje institucional diseñado para la impunidad.

Un ex gobernador que se fue del país sin entregar la administración como marca la norma de entrega-recepción, al sucesor Américo Villarreal Anaya.

Pero, la fiscalía anticorrupción tiene voluntad real para castigar a los responsables o todo quedará en espectáculo mediático. A saber, eso solo el tiempo y la justicia nos lo dirá.

La reciente detención de Rómulo “N” no debe interpretarse como un caso aislado, sino como el inicio de una serie de procesos que podrían destapar la verdadera magnitud del desfalco.

Existen más expedientes y denuncias en curso que inevitablemente llevarán a la vinculación de otros exfuncionarios. La lista de implicados es extensa y abarca a exsecretarios de SEBIEN, Administración, Educación, Desarrollo Urbano, Contraloría, Secretaría General, Obras Públicas, Deportes, Salud y Cultura, todos bajo la lupa.

Además, están las 90 denuncias por diversos delitos contra ex servidores públicos y dependencias, sin contar los 40 expedientes que en diciembre la Auditoría Superior del Estado entregó a la Fiscalía.

Entre estas carpetas hay casos de saqueo descarado del erario por parte de ayuntamientos y organismos descentralizados. Y si a esto sumamos las 790 carpetas en trámite —de las cuales 200 han sido impulsadas en los últimos dos años— el panorama es claro: la corrupción no solo fue un vicio, sino una práctica sistemática.

Uno de los nombres más sonados es el del exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, quien es el jefe de esta gavilla de atracadores, y quien, lejos de rendir cuentas, se da el lujo de financiar nuevas aventuras partidistas desde su casa en Estados Unidos.

En un estado con verdadera justicia, cualquier día de estos lo veríamos esposado por los agentes de Irving Barrios. Sin embargo, el fiscal carnal del exmandatario parece más interesado en la simulación que en la acción.

Otro caso emblemático es el del ex fiscal anticorrupción, Raúl Ramírez Castañeda, acusado de peculado, robo de equipo de oficina y omisión para proteger a sus aliados panistas. ¿Se hará justicia o su proceso será solo un trámite sin consecuencias?

Govea Orozco tiene en sus manos la oportunidad de demostrar que su llegada a la Fiscalía no es una simple pantalla. Que no se trata de ajustes de cuentas ni de cacería de brujas, como él mismo lo dijo, sino de hacer valer la ley. Los hechos están ahí, los expedientes son claros, la responsabilidad es ineludible.

Lo que está en juego no es solo la credibilidad de su gestión, sino la confianza de los tamaulipecos en que la justicia puede existir más allá de los discursos y de los apellidos.

Y como decían las mujeres mayores de mi casa; ojalá que los fiscales, -Govea e Irving-,  no salgan con su batea de babas.

Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.

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