Encarcelada por 20 años, acusada de matar a sus cuatro hijos, la australiana Kathleen Folbigg recibió un indulto esta semana y fue puesta en libertad, en gran parte gracias a investigaciones genéticas recientes, el cabildeo de científicos y el trabajo de la Academia Australiana de Ciencias.
La condena de Folbigg en 2003 surgió de evidencia circunstancial, como escritos ambiguos en su diario y la aparente improbabilidad de que cuatro niños en una familia mueran de forma natural.
Pero a partir de hace unos 5 años, los investigadores reclutados para volver a examinar el caso de Folbigg identificaron una mutación que sus dos hijas heredaron de su madre, y estudios posteriores indicaron que probablemente explica sus muertes repentinas.
Se encontró otra mutación, implicada en la epilepsia peligrosa, en ambos hijos que murieron, lo que llevó a las autoridades a reconsiderar el caso penal.