La Comuna
Por José Ángel Solorio Martínez
Ellos presumen de autónomos; manejan un presupuesto, casi hermético; tienen a sus favoritos – amigos y amigas– en sus anchas y obscenas nóminas; gastan a pasto el dinero de los tamaulipecos; por alguna razón -inexplicablemente apoyados por algunas diputadas de MORENA– el Congreso local los blindó jurídicamente para sobrevivir al sexenio que los premió y tienen un común denominador que los hermana: no han presentado resultados destacados ante el Poder legislativo que se presume, los vigila.
Son, ni más ni menos: los Organismos Autónomos.
¿Quiénes dirigen esos entes demoniacos y grotescos, que generó el sistema político neoliberal tamaulipeco?
Hoy por hoy, se han significado como lo mas distinguido de una ociosa burocracia heredada a la IV T por la administración cabecista.
Sus salarios –la de ellos, como responsables de esas instituciones– fluctúan entre los 170 a 108 mil pesos.
(Por hoy dejemos fuera, todo el personal cuyos salarios, no son tan austeros).
Obvio: más las diversas compensaciones en moneda y en prerrogativas como transporte, gasolina, gastos médicos, vacaciones, sin olvidar gastos de representación.
El líder en cobros, es el Súper-Fiscal, Irving Barrios: se embuchaca, 166 mil pesos; medalla de plata, es el comisionado de un fantasmagórico, ITAIT, Humberto Rangel que gana 130 mil pesos; en orden decreciente, está el Presidente Consejero del innecesario IETAM, Juan José Ramos, quien digiere, 126 mil pesos; empata en el mismo sitio, la Presidente del Tribunal Electoral de Tamaulipas, Eladia Hernández, con 126 mil varos, quien defendió a capa y espada al candidato panista Truco Verástegui, y sostuvo hasta el último momento que en la campaña de Américo Villarreal Anaya, había pruebas de que había sido financiado por el narco y capitales oscuros.
Otro de similar contextura, es el Presidente del Tribunal de Justicia Administrativa de Tamaulipas – ¿Alguien sabe, qué demontres hace esa monserga?–, Alejandro Guerra, que se lleva 126 mil pesos, sin mover un solo músculo de su asiento.
Todos ellos, ganan mucho más que el presidente de la república.
Con una variante: sólo trabajan de lunes a viernes y no han dado resultados plausibles, desde que tomaron protesta en el cargo.
La reynosense Olivia Lemus, es el ejemplo más claro, que no siempre la equidad de género trae resultados positivos. No se sabe, de una sola resolución de la Comisión de Derechos Humanos de Tamaulipas –la cual preside– que haya trascendido, o haya sido recordada como trascendente.
Por años, sólo ha cobrado –108 mil pesos– sin pudor y sin vergüenza, pese a los resultados negativos que exhibe la dependencia a su cargo.
Centenares de ciudadanos, han sido vulnerados en sus derechos más elementales, en la mayoría de los municipios impunemente por la Policía Estatal -que acaba de ser desaparecida para dar paso a la Guardia Estatal-, ante la complacencia de las instituciones presuntamente encargadas de defender los derechos humanos.
¿Denuncias?
Hay miles en las redes sociales.
Doña Olivia, vive en el mundo feliz que le legara el ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Pasa la mayor parte de su tiempo en su ciudad natal y en Mc Allen, Texas.
El 5 de junio, día de las elecciones constitucionales pasadas, varias periodistas –mujeres como ella– fueron violentadas por agentes de la Policía Estatal.
La abogada Lemus, hizo como que la virgen le hablaba.
¿Para qué quiere la sociedad tamaulipeca, tanto y tanto parásito que en lugar de auxiliarla, la perjudica con su ineficacia, su desdén y sus insaciables sed y hambre de presupuesto?